viernes, 2 de abril de 2010

2º trimestre- Teoría de la personalidad en el psicoanálisis



Según el psicoanálisis, los síntomas histéricos y neuróticos tienen su origen en conflictos inconscientes que, aunque ajenos por completo al consciente del analizado, pugnan por emerger a la conciencia. El resultado entre la represión y la fuerza emergente del material reprimido provoca el síntoma histérico o neurótico.

El objetivo de la terapia es vencer las resistencias para que el analizado acceda a las motivaciones inconscientes de sus sentimientos, actitud o conducta.

La «regla fundamental» de la técnica psicoanalítica es la asociación libre. El analista introduce al paciente en la técnica solicitándole que le comunique todos los pensamientos, ocurrencias, ideas o imágenes que se le pasen por la mente, independientemente de que estos le parezcan absurdos, irrelevantes o comprometedores, sin criticarlos o seleccionarlo.

El analista por su parte, también debe respetar reglas, particularmente las tres siguientes:

  • El analista debe escuchar y no hacer caso de si el paciente se fija en algo.
  • El analista debe mantener una actitud neutral: no dirigir la cura en función de un ideal religioso, moral o social, no juzgar y no aconsejar. La posición debe ser igualmente neutral frente a las manifestaciones transferenciales y frente al discurso.
  • El analista no puede satisface las demandas del paciente ni desempeñar los papeles que éste tiende a imponerle. El sentido de este principio es que la cura debe transcurrir de tal forma que el analizado no se sirva de ella para obtener satisfacciones sustitutivas de sus síntomas.
  • En cuanto a la interpretación, su función no es propuesta como un enunciado que refiera el material que ofrece el caso a una teoría sistematizada o no, que incluya la experiencia propia del analista y el consenso de la comunidad analítica, sino algo que se acercaría mucho más a un desciframiento.



2- PUNTO DE VISTA TOPOGRÁFICO: SISTEMA CONSCIENTE, SISTEMA PRECONSCIENTE Y SISTEMA INCONSCIENTE

  • SISTEMA CONSCIENTE: Consciente es un término utilizado por Sigmund Freud, como adjetivo para calificar un estado psíquico, o bien como sustantivo, para indicar la localización de ciertos procesos constitutivos del funcionamiento del aparato psíquico. En este sentido, el consciente, junto con el preconsciente y el inconsciente es una de las tres instancias de la primera tópica freudiana. Lo consciente designa al conjunto de vivencias de las que el sujeto puede dar cuenta mediante un acto de percepción interna. Es común indicar que para el psicoanálisis lo consciente designa la capa más superficial de la mente poniendo el acento en el valor que tiene el inconsciente en la vida del sujeto, en particular en todo lo relativo a la esfera del sentimiento y la motivación. Freud utiliza a menudo el término consciente como sinónimo de conciencia, salvo cuando se trata de la "conciencia moral". En el consciente también es donde nacen las ideas que pueden ser reprimidas por el superyó y son mandadas al inconsciente.
  • SISTEMA PRECONSCIENTE: Preconsciente es un concepto definido por Sigmund Freud para designar un sistema del aparato psíquico que en conjunto con otros dos sistemas (inconsciente y consciente) conforman su primer modelo topográfico de la psique. Los contenidos inconscientes pueden pasar al sistema preconsciente sólo si logran salvar la barrera estricta de la censura existente en el deslinde entre ambos sistemas. Ello sólo puede ocurrir a través de transformaciones y disfraces del material inconsciente. En la frontera entre el preconsciente y el sistema consciente existiría también una frontera de acuerdo a la teoría de Freud, pero ella sería más fácilmente franqueable. Las transformaciones que sufre el material inconsciente constituyen el simbolismo de los sueños y de otras formaciones del inconsciente, cuya significación puede ser dilucidada y explicada a través de la interpretación analítica. Freud definió los tres sistemas mencionados dentro de los marcos de su primera tópica. Aquí se describe el preconsciente como un área en la que se encuentran contenidos que si bien no son idénticos a los que están directamente en el campo de la consciencia, el sistema consciente, de acuerdo con determinadas reglas, puede acceder a ellos. En la obra freudiana posterior consistente en la descripción de un modelo compuesto por tres instancias psíquicas (Ello, Yo y Superyo), el concepto de preconsciente pasa a ser utilizado más bien de manera adjetiva (calificando procesos) y menos tópica (referida a un lugar en el que ocurren). “Preconsciente” pasa entonces a designar a aquellos procesos psíquicos, eventos, operaciones y contenidos que escapan a la consciencia presente y que estando en lo esencial amarrados al yo, pertenecen a sus partes inconsientes, sin ser propiamente parte del sistema inconsciente.
  • SISTEMA INCONSCIENTE: Para Sigmund Freud el inconsciente ya no es una "supraconsciencia" o un "subconsciente", situado sobre o más allá de la consciencia; se convierte realmente en una instancia a la cual la conciencia no tiene acceso, pero que se le revela en una serie de formaciones como los sueños, los lapsus, los chistes, los juegos de palabras, los actos fallidos y en los síntomas. El inconsciente, según Freud, tiene la particularidad de ser a la vez interno al sujeto (y a su consciencia) y exterior a toda forma de dominio por el pensamiento consciente.Freud define el inconsciente de una manera completamente original que ya no es simplemente lo opuesto al consciente. El inconsciente freudiano es una noción tópica y dinámica; es un sistema psíquico que tiene contenidos y que posee mecanismos que se pueden describir como específicamente inconscientes; es un sistema que se rige por leyes y posee una economía de energía que le son propias. La observación de la vida normal de vigilia parecía validar esa concepción clásica del inconsciente. Pero el análisis de las formaciones psicopatológicas de la vida cotidiana y del sueño había hecho aparecer al inconsciente como "una función de dos sistemas muy distintos". En adelante, junto al consciente había que concebir dos tipos de inconsciente, ambos inconscientes en el sentido descriptivo, pero muy distintos en cuanto a su dinámica y al devenir de sus contenidos: los del inconsciente propiamente dicho no podían llegar nunca a la conciencia, mientras que los contenidos del otro, denominado por tal razón preconsciente, alcanzaban la conciencia en ciertas condiciones, sobre todo después de pasar el control de una forma de censura. Dentro de la primera teoría de Freud acerca de la constitución del aparato psíquico, el inconsciente designa uno de los tres sistemas psíquicos que conforman el psiquismo (los otros dos son el conciente y el preconciente). El sistema inconsciente está constituido en gran parte por contenidos reprimidos a los que se les ha impedido el acceso a la conciencia por obra del mecanismo de la represión. El contenido del inconsciente son los "representantes psíquicos" de las pulsiones. Estos representantes buscan permanentemente abrirse paso hacia la conciencia. La única manera en que logran acceder al sistema preconsciente y a la consciencia es a través de formaciones de compromiso, procurando el máximo de satisfacción pulsional, pero logrando burlar la censura.


3- PUNTO DE VISTA ESTRUCTURAL: YO, ELLO Y SUPERYÓ

  • El Yo (principio de realidad) tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello con el mundo exterior, a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. El Yo evoluciona según la edad y sus distintas exigencias del Ello actuando como un intermediario contra el mundo externo. El Yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del Ello de una manera apropiada. Utiliza razonamiento realista característico de los procesos secundarios que se podrían originar. Como ejecutor de la personalidad, el Yo tiene que mediar entre las tres fuerzas que le exigen: el mundo de la realidad, el Ello y el Superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.
  • El Ello (principio de placer) es la parte primitiva, desorganizada e innata de la personalidad, cuyo único propósito es reducir la tensión creada por pulsiones primitivas relacionadas con el hambre, lo sexual, la agresión y los impulsos irracionales. Representa nuestros impulsos, necesidades y deseos más elementales. Constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Opera de acuerdo con el principio del placer y desconoce las demandas de la realidad. Allí existen las contradicciones, lo ilógico, al igual que los sueños. Representa la necesidad básica del ser de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente y sin considerar las consecuencias. Para Freud, la mayor parte del Ello es desconocida e inconsciente. Las dos pulsiones primarias del Ello son Eros (tiene a la reunión, integración, fusión, conservación y creación de nuevas ideas. Es la pulsión de vida.) y Thanatos (su finalidad es la destrucción, desintegración y el aniquilamiento. Es la pulsión de muerte). La conquista del Ello, para Freud, es facilitada por el psicoanálisis a través del método de la asociación libre.
  • El Superyó (principio normativo) es la parte que contrarresta al ello. Representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la conciencia moral y el ideal del yo. La conciencia moral se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas. El Superyó en la enseñanza clásica freudiana es una instancia que no está presente desde el principio de la vida del sujeto, sino que surge a consecuencia de la internalización de la figura del padre como un resultado de la resolución el complejo de Edipo.

4- MECANISMOS DE DEFENSA

Los mecanismos de defensa en la teoría psicoanalítica tienen la función de evitar la censura del superyó, instancia psíquica estructurada a partir de la resolución del Complejo de Edipo. En la concepción de Freud, los impulsos (más correctamente, pulsiones) no pueden ser descartados, sino sólo reprimidos en el inconsciente. Las pulsiones tienden, de forma invariable, a su descarga, de modo tal que, si a una representación de la pulsión le es denegada su expresión consciente, se enmascara por medio de la distorsión simbólica. Las diversas formas en que se presenta esta distorsión simbólica se conocen como mecanismos de defensa.

La angustia juega un papel esencial en la producción de la defensa dentro de la teoría freudiana. Es una señal de alerta al yo, que es la instancia intrapsíquica que produce los diversos mecanismos de defensa y de adaptación.

Los mecanismos de defensa principales son:

  • La represión. Consiste en rechazar y mantener alejados de la consciencia determinados elementos que son dolorosos o inaceptables para el yo. Estos pensamientos o ideas tienen para Freud un contenido sexual.
  • La condensación. Varios elementos presentes en el sueño latente se conjugan, se unen en un mismo elemento; pueden ser fragmentos de imágenes, frases o trozos de ideas. Estos fragmentos de vivencias siempre estarán unidos de alguna forma por elementos comunes, que los relacionan y aparecen durante el análisis por medio de la asociación libre.
  • El desplazamiento. consiste en que la intensidad, la importancia y la cantidad de afecto de algunas ideas se desplaza hacia otras de manera que puede mostrar como importante algún elemento que en realidad es superfluo y, por el contrario, mostrar como imprecisos y sin importancia elementos importantes que por lo general corresponden a recuerdos de la infancia. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido por el desplazamiento.
Otros mecanismos de defensa: disociación, formación reactiva, negación, proyección, racionalización, represión, regresión, actuación o paso al acto (acting out), altruismo, sublimación y supresión.



5- EL DESARROLLO LIBIDINAL

El psicoanálisis emplea el término de pulsión (impulso que tiende a la consecución de un fin) para el estudio del comportamiento humano. Se denomina pulsión a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello.

La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión. Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Thánatos).


Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo que habitualmente se considera

como sexualidad. La líbido es la energía pulsional, y puede presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos o bien se dirija al propio Yo.

Freud distinguió a partir de 1915 diversos momentos y "dimensiones" de una pulsión:

  • La fuente que tiene su origen en lo somático y que se traduce por una tensión, una suerte de impulso (en alemán, Drang).
  • El Drang mismo, es decir la tensión interior que se traduciría en Trieb (pulsión).

6- DESARROLLO SEXUAL INFANTIL

La teoría plantea que conforme crecen los niños su deseo se enfoca en diferentes áreas del cuerpo, en los que se busca la satisfacción libidinal.

  • Etapa oral (desde el nacimiento hasta los 12 o 18 meses): La boca es la zona erógena preeminente y procura al bebé no sólo la satisfacción de alimentarse, sino sobre todo el placer de chupar.
  • Etapa anal (12-18 meses hasta 3 años): en esta época la fuente principal de placer y conflicto potencial son las actividades en las que interviene el ano. Con frecuencia representa el primer intento del niño por convertir una actividad involuntaria en voluntaria. Los niños pueden experimentar dolor o placer ya sea al retener o al expulsar sus desechos fisiológicos. Debemos separar aquí el placer orgánico de defecar, aliviando una necesidad corporal, del placer sexual consistente en retener las heces y los gases para después expulsarlos bruscamente.
  • Etapa fálica (3 a 6 años): el órgano sexual masculino desempeña un papel dominante. En esta fase las caricias masturbatorias y los tocamientos ritmados de las partes genitales proveen al niño un placer auto erótico. Freud considera que el clítoris es considerado por la niña como una forma de falo inferior. Al comienzo de la fase fálica los niños y las niñas creen que todas las personas poseen falo y la diferencia entre tener o no falo se percibe como una oposición por castración. Cada uno toma rumbo diferente al entrar en lo que Freud denomina Edipo o complejo de Edipo en el cual primero se da una identificación con la madre en ambos casos. El niño siente deseos sexuales hacia su madre, y al percibir a las niñas como castradas abandona sus deseos por temor a que le ocurra lo mismo, creándose en el varón la angustia de castración que lo lleva a identificarse con su padre. La niña abandona a la madre porque la cree culpable de su castración y surge la envidia del pene. Sin embargo, se da cuenta de que si es como su madre puede acceder a un a lo cual reacciona identificándose con ella y aparece el deseo de engendrar un hijo de su padre. La homosexualidad es definida como una parafilia causada por una interrupción del desarrollo libidinal en esta etapa. Para Freud se produce por una fijación en una etapa temprana del desarrollo psicosexual o una resolución incorrecta del complejo de Edipo. Esta interrupción no permite alcanzar la madurez sexual (heterosexualidad). Un conflicto de homosexualidad inconsciente puede ser un núcleo constituyente de esquizofrenia o paranoia. Más adelante Freud describe el narcisismo como un componente común a la homosexualidad, la esquizofrenia y las perversiones. Sin embargo, Freud llegaría a reconsiderar su posición con el tiempo, hasta el punto de que en su conocida Carta a una madre americana, Freud no dudó en afirmar que la homosexualidad "no es un vicio, ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como una enfermedad". Señaló que perseguir la homosexualidad era una "gran injusticia y una crueldad", y que el análisis a lo sumo serviría para devolver la armonía a una persona si se sentía infeliz o neurótica, independientemente de si era homosexual o no.
  • Período de latencia (desde los 6 años hasta la pubertad): en este período se desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección. Los impulsos sexuales inaceptables son canalizados a niveles de actividad más aceptados por la cultura. Freud le llamaba período de calma sexual. No lo consideraba una etapa, ya que no surgía nada dramáticamente nuevo.
  • Etapa genital (desde la pubertad hasta la adultez): surge en la adolescencia cuando maduran los órganos genitales. Hay un surgimiento de los deseos sexuales y agresivos. El impulso sexual, el cual antes era autoerótico, se busca satisfacer a partir de una interacción genuina con los demás.
Julio José Carmona Garzón
2º Bachillerato B

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