lunes, 29 de marzo de 2010

Jorge Bucay. Para que reflexiones.

Biografia de Jorge Bucay

Jorge Bucay Nació en el año 1949. Estudió la carrera de médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1973, y se especializó en enfermedades mentales. Comenzó su carrera psiquiátrica en el equipo de interconsulta del Servicio de Psicopatología del Hospital Pirovano de la Ciudad de Buenos Aires.

Se formó como Psicoterapeuta Gestáltico en Argentina, Chile y Estados Unidos, y asistió a cursos, seminarios y congresos en Argentina, Estados Unidos, España e Italia, donde fue recibido con gran entusiasmo por el auditorio.

También integró la Delegación Argentina que participó del Congreso Gestáltico Internacional de 1997, realizado en Cleveland, EE.UU.

Regularmente es invitado como conferencista por el Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de la Madraza (España) y por universidades regionales en Argentina y Uruguay.

En la actualidad se desempeña como terapeuta de adultos, parejas y grupos. Es supervisor didáctico y coordinador de laboratorios gestálticos, miembro de la Asociación Americana de Terapia Gestáltica y coordinador de grupos terapéuticos y docentes en Granada, España y en México.

Actualmente vive en las afueras de la ciudad con su esposa y sus dos hijos.

Jorge Bucay trabaja en un proyecto que integra la publicación de cuatro libros. Dos de ellos publicados, El camino de la autodependencia y El camino del encuentro. Los otros dos, El camino de las lágrimas y El camino de la felicidad serán publicados prÓximamente .


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FRASES DESTACADAS DE JORGE BUCAY. Psicoterapeuta y escritor de libros de autoayuda argentino.

- El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.

-Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes.

- Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero.

- No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos.

- No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones.

AHORA UNA INTERESANTE LECTURA:
EL BUSCADOR

Hace un tiempo, no demasiado, tuve una de esas noches frías, oscuras, en las que la cabeza divaga demasiado y el peso que uno lleva encima se multiplica por cien.

Haz click para ver más grande el "Puente de Esperanza", de la pintora Josephine Wall

Otras noches me han pillado desprevenida y sin saber encontrar una luz... pero esa noche había alguien cerca que supo iluminar, que supo apartar los monstruos. Y me contó un cuento con sus propias palabras, con una voz que fue caricia y puente y más... La historia que me contó fue su propia versión del texto que encuentras en esta página, El Buscador, de Jorge Bucay... y aquí lo tienes para disfrutarlo, para hacerte pensar, e incluso para poder ayudarte de él si una noche quieres apartar la oscuridad de alguien que esté cerquita tuyo...

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.





Un día nuestro Buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos, pero un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Estaba rodeaba por completo por una especie de valla pequeña de madera lustrada, y una portezuela de bronce lo invitaba a entrarDruida en el bosque, de Jonathon Earl Bowser. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.

El Buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como por azar entre los árboles. Dejó que sus ojos, que eran los de un buscador, pasearan por el lugar... y quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción. “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, y sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar…





Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Al acercarse a leerla, descifró: “Lamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar – dijo el buscador - Pero... ¿qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano cuidador sonrió y dijo:

"Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta, Si quieres ver la imagen completa... basta con que hagas click como ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos? ¿tres semanas y media? Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿y el casamiento de los amigos? ¿y el viaje más deseado? ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones? ¿horas? ¿días?…

Así vamos anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e intenso... y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido."

Jorge Bucay

Y si el tiempo que vivimos es el tiempo que sabemos disfrutar, los momentos plenos, los momentos intensos... hagamos que sean esos los que abunden, puesto que seguramente no merece la pena enredarnos en rutinas inútiles que nada nos aportan, o en enfados sin sentido, o en palabras hirientes a las que les responderán otras palabras más hirientes y que luego acabarán como minutos, horas... perdidos en el vacío.

Hagamos que, cuando ya no estemos aquí, alguien pueda contar cuánto tiempo hemos vivido realmente... y sonría.

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