domingo, 14 de marzo de 2010

El Psicoanálisis (Teoría de la Personalidad)

1. Introducción.

El psicoanálisis es un método específico para investigar los procesos mentales inconscientes y a un enfoque de la psicoterapia. El término se refiere también a la estructuración sistemática de la teoría psicoanalítica, basada en la relación entre los procesos mentales conscientes e inconscientes. Es posible distinguir tres niveles:

· A) Un método de investigación que consiste esencialmente en evidenciar la significación inconsciente de las palabras, actos, producciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios) de un individuo. Este método se basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto, que garantizan la validez de la interpretación. La interpretación psicoanalítica puede extenderse también a producciones humanas para las que no se dispone de asociaciones libres.

· B) Un método psicoterápico basado en esta investigación y caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. En este sentido se utiliza la palabra psicoanálisis como sinónimo de cura psicoanalítica; ejemplo, emprender un psicoanálisis (o un análisis).

· C) Un conjunto de teorías psicológicas y psicopatológicas en las que se sistematizan los datos aportados por el método psicoanalítico de investigación y de tratamiento.



2. La Teoría del Psicoanálisis de Sigmund Freud.

Sigmund Freud fue un médico y neurólogo austriaco considerado "el padre del psicoanálisis". Freud se interesó por una patología muy frecuente en su tiempo: la histeria.

Comenzó con técnicas hipnóticas para tratar de aliviar los síntomas de las mujeres histéricas. Con el tiempo fue desarrollando su método de psicoterapia. El psicoanálisis es inicialmente un instrumento para tratar personas que padecen de esta patología. Si bien en sus inicios se aboca exclusivamente a la cura de las parálisis histéricas (sufridas en una gran mayoría por el sexo femenino), luego se generalizaría para otros tipos de neurosis, como la paranoia, la neurosis obsesiva o las fobias.

En el desarrollo del psicoanálisis, Freud estudió la conducta, las emociones, los pensamientos, las motivaciones, los sueños y la existencia del hombre. Lo que inicialmente se perfila sólo como un instrumento terapéutico, es ahora considerado por algunos de sus seguidores como todo un sistema de pensamiento.

Para algunos, “La interpretación de los sueños” (1900) es un libro que justifica la pertinencia del pensamiento de toda una época.


2.1. Consciente, Preconsciente e Inconsciente Reprimido.

El Sistema Consciente.

Su conocimiento sólo puede darse de un modo indirecto, mediante los datos que suministran los sueños, los actos fallidos, los test proyectivos y sobre todo, la historia de síntomas neuróticos y psicóticos. El inconsciente, para el psicoanálisis, es psíquicamente positivo, en constante evolución y cargado de energía psíquica.

La existencia del inconsciente se puede establecer por el contenido y modo de actuar.

Dentro de los contenidos se pueden encontrar los equivalentes instintivos y las representaciones de hechos, objetos y de órganos.

Se entiende por equivalente instintivo la manifestación psíquica externa de un instinto que se expresa por modificaciones motoras y secretorias que se viven como emociones. El modo de actuar del inconsciente se denomina proceso primario, por ser la primera forma de actuación, la más primitiva del psiquismo.

En el inconsciente hay que tomar en cuenta los siguientes mecanismos:

Desplazamiento: consiste en la movilización y cambio de lugar de una carga psíquica, un desplazamiento de la importancia de una unidad a otra. (Histeria de angustia: neurosis fóbica y neurosis obsesiva).

Condensación: consiste en la unión de varios elementos separados que tienen determinada afinidad entre sí (Histeria de conversión).

Proyección: el sujeto proyecta sus impulsos agresivos sobre otros y luego se siente perseguido y acosado por esos mismos (Paranoia y neurosis fóbica).

Identificación: transferencia del acento del objeto al sujeto en una manifestación general. Va de sujeto a objeto.

Características del inconsciente.

Ausencia de cronología: el inconsciente no reconoce pasado ni futuro, tan sólo el presente.

Ausencia del concepto de contradicción: no pone reparo a la existencia de sucesos antitéticos. Tampoco sabe decir que no y cuando necesita dar una negativa, debe enunciarla recurriendo a otros elementos.

Lenguaje simbólico: cuando el inconsciente tiene que decir, lo expresa en forma de símbolos.

Igualdad de valores para la realidad interna y la externa o supremacía de la primera.

Predominio del principio del placer: no soporta el displacer.

Dentro del sistema inconsciente es necesario tener en cuenta una porción que se halla integrada por elementos que si llegaran a ser conscientes presentarían notables diferencias con los demás, constituyendo el inconsciente reprimido. Todo lo reprimido tiene que permanecer inconsciente, pero no forma por sí solo todo el contenido de este sistema.

El ello en su totalidad y parte del yo y del superyó se encuentran dentro del sistema inconsciente.

El Sistema Preconsciente.

Su contenido está integrado, en parte, por elementos procedentes del inconsciente en paso hacia el consciente y también del consciente hacia el inconsciente, adoptando la forma de material preconsciente. Existen además impresiones del mundo exterior, radicadas como representaciones fonéticas o verbales.

El preconsciente tiene leyes propias que constituyen el proceso secundario que comprende:

• La elaboración de una sucesión cronológica en las representaciones.

• El hallazgo de una correlación lógica.

• La repleción de lagunas existentes entre ideas aisladas.

• La introducción del factor causal.

El Sistema Inconsciente.

El consciente es un órgano de percepción situado en el límite de lo interno y lo externo.

En el sujeto despierto, la más sensible sería la superficie externa del consciente, mientras que durante el sueño esta superficie sería menos permeable a los estímulos externos, aumentando en cambio la sensibilidad de la superficie interna. Para que un acto psíquico llegue a ser consciente, es necesario que recorra todos los peldaños del sistema psíquico.

El hombre no reacciona siempre a todo estímulo y el sistema consciente de la impresión de contar con un detector o amortiguador de estímulos, que amortigua los potenciales energéticos que llegan a él. Su localización topográfica correspondería hipotéticamente a la corteza cerebral.



2.2. Ello, Yo y Superyó.

El esfuerzo por clarificar el desconcertante número de observaciones interrelacionadas puestas a la luz por la exploración psicoanalítica, condujo al desarrollo de un modelo de estructura del sistema psíquico. Tres sistemas funcionales, o instancias, se distinguen en este modelo: el ello, el yo y el superyó.

· El Ello (o Id).

El ello está integrado por la totalidad de los impulsos instintivos, tiene íntimas conexiones con lo biológico. Todo lo que desarrolla está sometido al proceso primario y por ello, se rige por el principio del placer.

Todas las porciones del ello son inconscientes y una gran porción del mismo está constituida por elementos arcaicos de origen onto y filogenético.

Instinto: excitante interno continúo que produce, cuando es contestado en forma adecuada, un goce específico. El impulso instintivo trata de alcanzar su fin sin tomar en cuenta los medios, mientras que el instinto estaría dado por una movilización, de modo que el organismo debe valerse de medios adecuados para lograr su fin.

Existen dos instintos primarios: Eros y Tanatos. El primero tendería a la reunión, integración, fusión, conservación y creación de nuevas vidas; el otro, motiva al envejecimiento y a la muerte, su finalidad es la destrucción, la desintegración y el aniquilamiento y se pone de manifiesto bajo la forma de sadismo. Freud especuló la idea de que lo único que hacen los instintos de vida, por la forma que actúan, es evitar la muerte accidental y que el instinto de muerte se encuentra en todos los seres.

Lo que diferencia un estímulo biológico o instinto de un estímulo exterior es que resulta imposible huir de los primeros, cuya fuente está en nosotros mismos.

Los instintos tienen características que le son propias y distintivas:

Fuente de origen: el proceso energético, fisicoquímico que se desarrolla en un órgano somático, cuyo estímulo es representado en lo psíquico por un equivalente instintivo. Parece ser un proceso complejo, puramente energético.

Intensidad o impulso dinámico: la magnitud de los obstáculos que es capaz de superar para lograr su satisfacción. Su factor motor.

Objeto: pertenece al mundo exterior (persona o cosa), por la cual y con la cual el instinto alcanza su satisfacción al suprimir la excitación o estado de necesidad. Es lo más variable del instinto.

Fin: restablecer un estado en el cual deja de subsistir una determinada tensión instintiva.

Libido: intensidad de la energía dinámica del instinto sexual, su elemento cualitativo. Todo ser humano dispone de una cantidad determinada de libido, que podrá ser afectada por la acción de diversos factores que pueden ser divididos en intrapsíquicos (sueños y fantasías -conscientes e inconscientes) y extrapsíquicos (características del objeto detectadas a través de los sentidos, factores somáticos -estados hormonales y físicos-, farmacológicos -excitantes o depresores- y factores telúricos -estaciones del año y composición atmosférica-).

Existen varios instintos sexuales a los que se les denomina instintos parciales (exhibicionismo, deseo de ver, orales, anales, fálicos y sádicos) que actúan al principio independientemente unos de otros, pero que luego de un tiempo evolucionan hasta quedar reunido en una síntesis más o menos completa que, en el adulto normal, debería estar organizada en torno a la satisfacción genital (para el psicoanálisis todo lo genital es sexual, pero no todo lo sexual es genital, sino la función de obtener placer)

· El Superyó (o Superego).

El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La "conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.

El Superyó en la enseñanza clásica freudiana es una instancia que no está presente desde el principio de la vida del sujeto, sino que surge a consecuencia de la internalización de la figura del padre como un resultado de la resolución el complejo de Edipo.

Con posterioridad a Freud se ha discutido sobre el origen de la instancia. Melanie Klein, por ejemplo, postula la existencia de un Superyó en el lactante. Para la corriente psicoanalítica que sigue la orientación de Jacques Lacan será en cambio relevante reforzar la idea de Freud acerca del momento del surgimiento del Superyó, otorgándole a la castración, a la resolución del complejo de Edipo y a la función paterna un carácter fundacional del sujeto y de su posición estructural.

· El Yo (o Ego).

Para Freud, el yo no es más que una parte del ello modificado por el impacto o la interacción de las pulsiones internas y de los estímulos externos. El yo se encuentra ubicado entre el mundo interno y el externo, en una posición tal que se comporta como receptor de los impulsos que le llegan desde ambos campos. Una parte del yo es consciente, otra es preconsciente y otra es inconsciente.

El principal papel del yo es coordinar funciones e impulsos internos y tratar que los mismos puedan expresarse en el mundo exterior sin conflictos. El yo tiene una estructura específicamente motora.

El yo ideal lo es para el ello, porque hace lo que éste quiere, el ideal del yo, en cambio, es una imagen externa idealizada, un objeto real modificado por lo que se llama "de idealización" y al cual el yo toma como modelo y meta de su estructura. lo que es agradable y proyecta fuera de él lo que es desagradable, rigiéndose por el principio del placer.

En las primeras etapas de la vida, el yo es estructuralmente débil pero se cree omnipotente por tener en sí mismo una parte del mundo exterior, que ha introyectado por vía oral (no tiene criterio de realidad y no conoce sus debilidades); de esta manera, tiene impulsos de actuación mágica y de omnipotencia, que nacen en el ello y aparecen como tales en el yo.

Funciones del yo.

El yo tiene dos funciones muy importantes, que son.

• Examen y sentido de la realidad: el yo tiene la llave de la motilidad, que le permite al mismo tiempo comprobar la existencia real de los objetos. Se vale de dos recursos: el examen de la realidad por medio de la actividad motriz y el sentido de la realidad, en el que ya no hay necesidad de motor y mediante la cual se sabe si el objeto está realmente allí. En el hombre medio normal, el yo perceptor y el yo enjuiciador se desenvuelven paralelamente, ya que sus actuaciones son armónicas, dentro de los límites variables de cada individuo.

• Función sintética o de homeostasis: consiste en recibir el impulso, diferenciar de dónde llega, luego realizar un proceso de síntesis entre los distintos elementos que llegar del ello, tratando que una cantidad determinada de energía pueda descargarse en un sólo movimiento, si esta satisfacción no provocara una reacción del superyó.

En suma, la función homeostática del yo se realiza, según Alexander, por medio de cuatro funciones:

• La percepción interna de las necesidades instintivas.

• La percepción de las condiciones externas existentes de las que depende la gratificación.

• La facultad integrativa que permite al yo coordinar los impulsos e instintos entre sí y luego con la censura del superyó.

• La facultad ejecutiva, por la cual controla la conducta voluntaria.


2.3. Mecanismos de Defensa.

Los mecanismos de defensa son modos incorrectos de resolver un conflicto psicológico y pueden dar lugar a trastornos en la mente, la conducta, y en los casos más extremos a la somatización del conflicto psicológico y las disfunciones físicas que lo expresan.

Los mecanismos de defensa en psicoanálisis son:

· La represión: La represión es el mecanismo de defensa más importante; por él experiencias y apetitos que el sujeto considera inaceptables y que no consigue integrar adecuadamente en su personalidad se proyectan o empujan hacia las zonas inconscientes de la mente. La eficacia de la represión puede ser tal que el sujeto ignore lo que ha reprimido pero también que ha reprimido. De ahí que el terapeuta deba luchar para que el paciente sea consciente también de su responsabilidad en la represión. La represión no anula la energía psíquica reprimida; ésta pugnará por manifestarse en la vida del sujeto.

· La formación reactiva: este concepto de mecanismo de defensa en psicoanálisis consiste en enmascarar un motivo o emoción transformándolo en su contrario.

· La proyección: es un mecanismo de defensa por el medio del cual el sujeto atribuye a otras personas los propios motivos, deseos o emociones. Es una forma de ocultación involuntaria e inconsciente de su vida psíquica, consecuencia de la presión del superyó que sanciona como incorrecto el contenido psíquico.

2.4. El Desarrollo Libidinal.

El psicoanálisis emplea el término de pulsión (impulso que tiende a la consecución de un fin) para el estudio del comportamiento humano. Se denomina pulsión a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico.

La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.
Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Thánatos). Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo que habitualmente se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos (libido objetal), o bien se dirija al propio Yo (libido narcisista).

El psicoanálisis establece una serie de fases a través de las cuales se verifica el desarrollo del sujeto. Desde el punto de vista de dichas fases, los conflictos psíquicos - y su posibilidad de resolución- dependerán del estancamiento de una fase (fijación) o del retorno a una fase precedente (regresión).

Freud distinguió a partir de 1915 diversos momentos y "dimensiones" de una pulsión:

· La fuente que tiene su origen en lo somático y que se traduce por una tensión, una suerte de impulso (en alemán: Drang).

· El Drang mismo, es decir la tensión interior que se traduciría en Trieb (pulsión).

· La meta que se puede encontrar en un estado pasivo o activo.

· El "objeto" de la pulsión, que en lo real es un medio, un medio bastante accesorio ya que sólo sirve para disminuir temporalmente la tensión inherente a la pulsión.


2.5. Desarrollo Sexual Infantil.

La teoría plantea que conforme crecen los niños su deseo se enfoca en diferentes áreas del cuerpo, en los que se busca la satisfacción libidinal. Siguiendo una secuencia de etapas psicosexuales en las que son importantes diferentes zonas erógenas, los niños pasan del autoerotismo a la sexualidad reproductora y desarrollan sus personalidades adultas.

· Fase Oral (0 a 2 años).

Se caracteriza por la obtención del placer por la zona de la boca. La satisfacción sexual se realiza en forma simultánea con la actividad autoconservadora, que es la que relaciona al niño con el mundo exterior (doble función enunciada por Freud). El instinto sexual se separa pronto del nutritivo y busca independientemente su satisfacción.

La etapa oral ha sido dividida en dos fases: la primera, de succión (0 a 6 meses), cuya satisfacción está dada por el chupeteo.

En la segunda fase, sádico-oral o canibalística (6 meses a 2 años) la forma del placer cambia con la aparición de los dientes, sustituyendo el placer del chupeteo por el placer de masticar y devorar. Si bien en la primera fase oral el niño encuentra bastante satisfacción en su propio cuerpo, en la fase canibalística la actividad instintiva exige un objeto y de la relación psíquica con él.

Durante la etapa oral se hace evidente la ambivalencia; así, por ejemplo, en su segunda fase oral, simultáneo al deseo de devorar un objeto, existe el deseo de ser comido por éste, evidenciando el deseo de establecer una conexión más íntima con este objeto y destruirlo como un ente del mundo exterior. Su presencia ha llevado a dividir la evolución libidinosa en: preambivalente (oral primaria); amNegritabivalente propiamente tal (oral secundaria) y postambivalente (etapa genital). Si el individuo quedara fijado a la esfera de los deseos orales, mostrará en toda su conducta una gran resistencia a la adquisición y a la ganancia y un intenso deseo de ser mantenido por otros.

Las tendencias sádico - orales se evidencian en personas que ruegan y solicitan demasiado, sin desprenderse del objeto. Formaciones reactivas son las alteraciones del comer y una exagerada escrupulosidad. La sublimación puede realizarse a través del canto, al afán de saber, estudio de idiomas, etc.

· Fase Anal (2 a 3 años).

El píloro es la línea demarcadora entre la región oral y la anal. Se admite que sus manifestaciones empiezan en el período comprendido entre los 6 y 12 meses y que alcanzan su mayor intensidad entre los 18 y los 24.

Las manifestaciones características de esta etapa son: el placer en la defecación, al agrado por los excrementos y, al mismo tiempo, la tentativa de someter al control de la voluntad la actividad del esfínter.

Los excrementos son considerados en esta etapa como la primera producción creada personalmente y que puede brindarse al mundo exterior. En la fase anal primaria o expulsiva, el niño obtiene el placer máximo en el pasaje de las materias fecales a través del ano, significando la destrucción de las mismas. En la fase anal secundaria o retentiva, el placer está determinado por la retención de las materias fecales (con contenidos eróticos y agresivos).

Llega un momento en que el niño se ve privado del placer que éstos actos le deparan y debe trasladar su actividad a otros equivalentes socialmente aceptados, comenzando un proceso de sublimación, que lo llevará desde el placer del manipuleo de sus excrementos al apego por el dinero en la adultez, comenzando primeramente a rechazar el mal olor.

También en esta etapa se hace más aparente el masoquismo, que es una búsqueda instintiva del placer en el dolor físico o moral. La sexualidad anal es importante en la mujer, puesto que debe transferir la erogeneidad anal a la zona vaginal. Las fantasías sexuales de la etapa anal son: coito como intercambio de materias fecales, acto sexual en forma de lucha y fantasías de parto anal. Durante el predominio de la etapa anal, el yo se halla en un período mágico - animístico, hecho que debe tenerse en cuenta al estudiar la neurosis obsesiva. La libido anal se expresa por la defecación, flatos, masturbación anal, homosexualidad pasiva, etc. Dentro de las formaciones reactivas se cuentan la terquedad, la avaricia, orden, limpieza, etc. Las sublimaciones del período anal dan origen a las artes plásticas y a la pintura.

· Fase Fálica (2 a 3 años).

La excitabilidad de la zona genital existe desde el comienzo de la evolución, pero sólo cuando las etapas anteriores han sido superadas, los genitales llegan a adquirir una situación preponderante.

Ferenczi denominó anfimixis a esta centralización de la descarga libidinosa en la zona genital. El pene adquiere para el niño un valor mágico. El descubrir que hay seres sin pene lo horroriza, pues llega a suponer que las niñas tuvieron pene alguna vez y lo perdieron como castigo por la masturbación. Este temor angustioso, consciente o inconsciente, a perder el falo, es denominado complejo de castración; simultáneamente con ésta, puede existir un deseo de perder los genitales como un acto expiatorio, lo cual permite distinguir una forma activa y otra pasiva del complejo de castración. La pérdida de un objeto o la herida más insignificante pueden adquirir para el inconsciente el significado de una verdadera castración, aunque ésta tenga un carácter meramente representativo.

La fantasía sexual de esta etapa se refiere al acto sexual como intercambio de orina, además de las protofantasías de acecho del acto sexual parental, de seducción por una persona adulta y la fantasía de retorno al vientre materno. En este período la fantasía de que la mujer posee un pene igual al del hombre adquiere gran importancia, que podría movilizar a la homosexualidad.

· Fase de Latencia (5 a 12 años).

En este período el ello se aplaca, el yo se refuerza y el superyó heredero del complejo de Edipo, actúa con más severidad.

En realidad no existe un período de latencia absoluta, pues ésta se ve interrumpida esporádicamente por excitaciones. La libido pierde su carácter objetivo genital inmediato, para dirigirse especialmente a perfeccionar las cualidades de sublimación del sujeto, ya que las energías instintivas de los impulsos sexuales son aprovechadas durante esta época para la estructuración del yo. Durante el período de latencia se perfeccionan y organizan las estructuras que se han planteado básicamente los años anteriores y su buena realización depende fundamentalmente de la armonía psicosexual entre los progenitores. Freud sostenía que era un fenómeno biológico, pero Reich afirma que es un proceso sustentado como consecuencia del ambiente.

· Fase Genital (desde los 11 a 13 años).

En este período surgen grandes cantidades de excitación sexual, pero inconscientemente, con los mismos objetos de la infancia, por lo que continuaría la barrera contra el incesto.

La duración de la pubertad puede variar, citándose casos en que a los 25 todavía no ha sido todavía superada. El aumento de exigencias instintivas produce en el individuo, como efecto indirecto, la intensificación de los esfuerzos defensivos que persiguen el dominio de los instintos reactivados; los mecanismos del yo pueden exagerarse hasta el grado de promover una deformación morbosa del carácter, por medio de la intelectualización y el ascetismo.

En el adolescente siempre se puede advertir un antagonismo frente a los instintos, cuya magnitud sobrepasa en mucho a la habitual represión instintiva de la vida normal; los adolescentes parecen temer más la cantidad que la calidad de los instintos.

Durante este período desconfían de una manera general del goce o placer en sí y el sistema más seguro consiste únicamente en oponer al incremento y apremio de sus pulsiones las prohibiciones más estrictas, aunque también es corriente que se entregue súbitamente a todo antes consideraba prohibido.

En particular los adolescentes que Bernfeld denomina de pubertad prolongada, exhiben un insaciable deseo de meditar y platicar sobre temas abstractos, aunque se descubre que esa elevada capacidad intelectual tiene poca o ninguna relación con su conducta.

Dada la omnipresencia de los peligros, el yo debe valerse de cuantos medios conoce para dominarlos: la reflexión sobre el conflicto instintivo, su intelectualización, parece ser un medio conveniente. En el adolescente se presenta una especie de culto al héroe, lo que le permite preservar a la persona buena, teniendo la ocasión de satisfacer su odio en el ser que según su juicio, lo merezca. Durante este período, los adolescentes tienden a separarse de sus padres, debido a que sus deseos sexuales y conflictos en relación con aquellos se ha reactivado.


3. Trastorno Obsesivo-Compulsivo de la Personalidad.

La personalidad obsesivo-compulsiva o anancástica se distingue por su extrema rigidez, por estar continuamente sometida a horarios, planificaciones y normas no pudiendo salirse de las mismas y sintiéndose muy mal si no se adapta a ellas.
Sus principales síntomas son:

1) Preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios hasta el punto de perder de vista el objetivo principal de la actividad.

2) Un perfeccionismo que interfiere con la finalización de la tarea.

3) Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y de las amistades (no atribuible a una necesidad económica obvia).

4) Es reacio a delegar tareas o a trabajar con otros, a menos que se sometan exactamente a su forma de hacer las cosas.

5) Muestra rigidez y obstinación.

6) Inflexibilidad sobre temas de moral, ética o valores.

7) Incapacidad para deshacerse de objetos gastados o inútiles incluso aunque no tengan un valor sentimental.

8) Adopción de un estilo avaro en los gastos para sí mismo y para los demás.



4. Bibliografía.

· “Psicología: Bachillerato” (VV.AA.). McGraw Hill. 2003.

· Enciclopedia “Encarta 2009”. Microsoft

http://es.wikipedia.org/wiki/Psicoanalisis

http://www.elprisma.com/apuntes/psicologia/teoriadelapersonalidad/default.asp

http://www.trastornosdelapersonalidad.es/compulsivo.html

Realizado por: Pablo R. Sánchez y Julio J. Carmona 2º Bach. B/C

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