martes, 15 de junio de 2010

BULIMIA

CARTA A MIA.
Te escribo a ti que no me abandonas, que me acompañas cada día, pegada a mi como si de mi sombra se tratase, 24 horas a mi lado todos los días, ni un solo minuto sin ti.Me acompañas allá a donde quiera que vaya, sobretodo cuando vamos de compras, te gusta que nos paremos a mirarnos en los espejos, pero entonces eres mala. Me dices cosas que me hacen sentir mal ‘me dices que soy fea y gorda’, no te gusta nada de lo que me pruebo dices que todo me queda mal, como si mis sentimientos fueran basura pútrida de un vertedero.Te sientas a mi lado cada medio día y me susurras al oído: ‘fíjate en ellos… parecen ganado, tu no eres así, no seas cómo ellos…’ Incrementas mis sentidos, el ruido del masticar se hace casi insoportable y a la vista… a la vista parecen ganado comiendo pienso, todo juntos sin medida hasta que no queda miga en el plato y entonces haces plantearme cada cosa que me llevo a la boca, y pierdo la medida de lo que es mucho o poco, de lo que son los sabores, ya no como, engullo. Me haces sentir mal si saboreo la comida lentamente… parece que sea pecado y si no lo hago están aquellos a los que llamas ganado que me riñen por no hacer como hacen ellos, y si lo hago me castigas con sentimiento de culpabilidad.
Allí estás siempre que voy al baño, como la tentación que envía Dios a Eva en el paraíso, me recuerdas que he comido, que he saboreado, que he sido mala y por eso merezco un castigo. Entonces eres cómo la amiga que le sujeta el pelo a la borracha en una discoteca para que no se ensucie, haciéndome creer que no pasará nada, que es sólo una vez porque al día siguiente no lo haré, habré aprendido la lección y solamente comeré yogurt y beberé grandes cantidades de agua. Y me miro al espejo y de nuevo escucho los mismos comentarios que haces cuando vamos de compras y me decido… me haces pensar que tienes razón. Levanto la tapa del wc y sin pensarlo dos veces, como experta en la materia vómito hasta poder sacar lo ultimo que he comido. He sido tantas veces castigada que ya ni siquiera meto los dedos…no dejo de sentir ese ardor inaguantable que me quema la garganta, mientras sube toda la comida por mi esófago.
Me seco la boca, espero un poco a que se me pase el ardor y todavía sigo pensando ‘¿habré vomitado lo suficiente?’ y sigo por más que me arda el esófago hasta que de mi estómago no salen más que babas y líquido transparente… ¿y ahora qué? Al levantarme de nuevo es inevitable volver a mirarme al espejo ¿y que me dices? ‘Estás mejor.. pero no es suficiente. NUNCA ES SUFICIENTE.
Me acompañas cada vez que me siento en el sofá, haciéndome creer que el trasero me crece por momentos y me incitas a levantarme y hacer deporte, salir a correr, para perder aquello que mi vómito no pudo eliminar.
Estás ahí cada vez que llega la hora de ir a clase, diciéndome ‘quédate en casa, estarás mejor, ya has tenido suficiente por hoy, hazme compañía, no estés con gente que no te quiere… van a contarte mentiras, aquí estás mejor’. Y cuándo voy me muestras el desprecio de mis compañeras y en un susurro me auto-convences con un… ‘¡ya te lo dije!’
Te acuestas conmigo por las noches, me robas el sueño, y cuando duermo, me destapas, haces ruido, me das calor, te conviertes en pesadillas, me haces soñar con el baño, el vómito… no me dejas dormir.
Y a la mañana siguiente… ya me tienes cansada, a tu merced un día más. ¿Cuándo va a llegar el día en el que me abandones? Me haces ser irritable, vaga, irascible, sensible, irresponsable… Me haces estar cansada, decaída, y triste. Me has transformado en alguien que no soy.
Quisiera que me abandonases para siempre y vuelva a mí la amistad, la confianza de mis padres, la sonrisa, la felicidad, la fe en mí.....todo aquello que me arrebataste. Pero por desgracia, ya lo perdí todo el primer día que te conocí.

Ester. 1ºBach.C

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